martes, 20 de septiembre de 2011

Aquellos viejos oficios...

Fuente: elobservador.com.uy

Siendo muy chico escuchaba
por las tardes su chiflido
de bicicleta munido
a mi barrio, se llegaba.
“Afiladoooooooor!!”- arengaba...
Ofreciendo allí su oficio
que con digno sacrificio
y un pedalear tranquilo,
a todo sacaba filo
en atildado servicio.


Con un carro o bicicleta
transportaba su herramienta
y el barrio tomaba cuenta
de su presencia importante.
Cualquier objeto cortante
se le acercaba enseguida,
pues su oficio daba vida
al cuchillo más humilde,
al que afila sin pedirle
y cual reliquia, lo cuida...


En perfecta sintonía
que al barrio musicaliza
hay otro que no precisa
mas que decir, qué ofrecía...
Barquillos... y poesía,
eran su gran tesoro
y su paso rememoro
de un oficio ya extinguido,
que triste que se hayan ido
personajes que yo adoro...

Un triángulo de hierro

era golpeado anunciando
que barquillos van llegando
y eso...  paraba el partido.
El acto y ritual seguido
era una flecha girar,
cuántos barquillos ganar
en resultado esperado
o llevarse un recitado
como consuelo no más...


En mi barrio había una plaza
y allí esta concentraba,
los oficios que llegaban
a ofrecer su artesanía.
Un colchonero venía
y era un deleite observar
los colchones desarmar
y con habilidad y maestría,
ver como los recomponía
con una manualidad genial.

 
Mi barrio era completo,
hojalatero tenía,
cualquier cosa que podía
te lo hacía en pura lata.
Hoy el plástico los mata
y esta extraña profesión
es una en extinción,
pues las viejas regaderas
que de latón, ellas eran,
de plástico ahora son...


Todavía pueden verse
por el Centro o Ciudad Vieja
lustra botas que nos dejan
en los pies, buena impresión.
Con un buen lustre es mejor
pues los zapatos relucen,
y a pesar que se reducen
quienes ostentan su oficio,
todavía son sano vicio
que mi país reproduce...


Uno que es raro ver,
a pesar que aún persisten,
y que estoicos se resisten
ante un alud de importados,
son zapateros esforzados
que llamamos remendones.
Su oficio nos da razones
para honrar su permanencia,
con milagrosa frecuencia
nos brindan mil soluciones...

Las vecinas a otro tienen
como un auxiliar que a diario
emprolija el vecindario
y muy limpio lo mantienen.
El barrendero sostiene
gallardo sus herramientas,
y las vecinas atentas
lo suman a sus conversas,
y él, barriendo, las dispersa
pero las deja contentas...

Los vitales alimentos
llegaban directo a casa,
hoy solo algún camión pasa
a descargar a un comercio.
Es el triste y caro precio
del progreso que le dicen.
Si eso es progreso que avisen,
pues entonces yo prefiero
seguir atrás, no primero,
sin que nadie me revise...

Mi madre solía dejar
una botella vacía
con la plata que salía
la leche que iba a comprar.
Hoy si vas a dejar
solamente la botella,
ni rastros tendrás de ella
a la mañana siguiente.
El barrio cambió y se siente,
de ese pasado no hay huella...

El pan y  la leche, siempre
llegaban temprano a casa,
hoy a buscarlos se pasa
uno mismo si los quiere.
Oficios que ya no suelen
pasearse por nuestros barrios,
desaparecen como varios
de los tantos que nombramos.
Por eso los recordamos
en versos extraordinarios...

Cortarse el pelo, afeitarse,
era práctica habitual,
en limpio y grato ritual
que era además, pa’ informarse.
Quién no acudía a darse
un corte o una afeitada ,
y el peluquero, por nada,
nos daba un completo informe,
del barrio y aunque deforme
lo que decía, nos gustaba...

Allí de chico miraba
aquellas raras revistas
que ni asomo de ser vistas
por otra forma llegaba.
En ellas yo repasaba
a las viejas Rico Tipo,
Radiolandia, o al Tío Rico,
en temática variada.
Mientras así uno esperaba
más de una hora y pico..


Profesiones de mi barrio
que hoy, casi ya no existen,
la modernidad insiste
en empujar a otra impronta,
y en su realidad afronta
un panorama distinto.
Hoy los oficios extintos
hacen más frío y distante
y los tesoros de antes
son recuerdos que yo pinto...

Vaya pues este homenaje
a aquellos viejos oficios,
que marcaron el inicio
de un tiempo que está de viaje.
Aunque parezca un ultraje
muchos, ya son historia,
traerlos con la memoria
quizás sea la manera
que tiene, quien está afuera,
de recordarlos... con gloria.



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