sábado, 27 de agosto de 2011

El voto que el alma pronuncia...

Parte I: El voto consular
  
Es parte de nuestra esencia
votar en las elecciones;
epicentro de emociones
en que marcamos presencia.
No precisamos anuencias,
ni manejamos permisos,
no hay uruguayos omisos
al tiempo de ir a votar...
“¡¡Mirá si vamo’ a dejar
que nos cocinen el guiso!!”


Ya las estrofas solemnes
de nuestro himno inmortal
nos infunden la señal
de su importancia perenne.
No solo se sale indemne
sino más fortalecido,
al saber que uno ha cumplido
con el acto eleccionario,
y en medio de ese escenario
se juega por su partido...

Es un acontecimiento
que se vive y que se extraña...
Los discursos, la campaña,
todo ese movimiento...
Los pasacalles al viento;
o las diferentes listas;
los programas, sus aristas,
esos que nunca leemos
y sin embargo creemos
sin ahondar ni pedir pistas...

Nos gusta participar
sentirnos parte del juego,
y en verdad que no reniego
de lo lindo que es votar.
Qué lindo que es poder dar,
con nuestro voto honorario
el respaldo necesario
que al candidato elegido,
lo termine promovido
en el primer mandatario.

Hoy me parece increíble,
amargo, triste y estrecho,
que votar de afuera sea un hecho,
de carácter imposible.
¿No existe nadie sensible
que al emigrado comprenda?
Si hay alguien que así lo entienda, 
seguramente él ignora
que al Uruguay se lo añora
hasta por esas contiendas...

Así el voto consular,
-que es el votar desde afuera-
se erige como señera
reivindicación formal.
Que se discuta es vital
para el que vive bien lejos.
Ese, que frente al espejo
es también un oriental,
que sufre y para su mal,
quiere volver, aún... de viejo.

Para sentirse uruguayo
no es necesario frontera,
el corazón se embandera
sin protocolo ni ensayo.
El sol difunde sus rayos
sin preguntar residencia,
pues conoce nuestra esencia,
de pelearla donde sea,
y el derecho así se crea
solamente con paciencia...

El voto en el exterior
es un derecho ganado,
que se encuentra consagrado
en el mundo y con vigor.
Ser parte del decisor
de la lucha electoral,
se extraña y es natural
para el que tuvo que irse,
y que reclama morirse
en esa tierra oriental...

Por eso, a no rendirse,
dando frontal batalla,
que nuestra voz no se calla
sino que marca su norte...
Para que el tiempo se acorte
y podamos disfrutar
el derecho de votar,
imaginando con eso
cuánto se arrima al regreso,
el que vota epistolar...


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