De nuevo en suelo oriental
me siento un chico otra vez,
aprovechar este mes
será mi diaria rutina,
con mi vieja y la cocina
repleta de uruguayez…
De nuevo pisan mis pies
a mi bendito Uruguay
estoy feliz como Guay,
y… como Walberto también…
En mi país hay modismos,
rituales ya consagrados
que por cumplirlos ha dado
al Uruguay una impronta.
Son las costumbres que apronta
a revivir mi relato,
seguro daré algún dato
que servirá de señuelo
apronten ya los pañuelos
pues van a llorar un rato…
Pa’ que el citrus fructifique
en invierno hay que anillarlo,
o sino esto suplantarlo
con tajos que se practiquen,
o una paliza le apliquen
y el árbol va a respetarlo.
Así escuché, por la radio
este consejo frutal
y me puse a practicar…
Tengo en el fondo este árbol…
Agresiva y repentina
las aguas que se enfurecen,
oscuro el cielo aparece,
la tormenta se avecina.
El viento se arremolina
y a la mar entera enferma;
regresa la lucha eterna
del marino y de su barca,
y revolotea la parca,
desatando la galerna…
Siendo yo niño cantaba
una tonada inocente
de un bichito que, presente,
en los libros siempre estaba.
A su casita arrastraba
en un andar más que lento,
y le cantaba contento
“para los rayos del sol
saque cuernos caracol”,
en unos cuantos intentos.
En Uruguay ya se aplica
una mentada reforma,
que en enero ya era norma
y en julio ya se radica.
Que no hay marcha atrás replica
el Poder Ejecutivo,
quien cumple lo prometido
en histórica pialada,
si sale bien la cuereada
saldrá más fortalecido...
¿Adónde fuiste a cantar
tus coplas tan pegadizas?
Nos dejaste tu sonrisa
y te fuiste sin avisar...
¿Y ahora qué pasará?
nos interrogamos todos,
tendremos que hallar el modo
de encontrar una respuesta
pues te llevaste la muestra
sin tiempo para acomodos...